Dos meses después de aceptar el puesto de trabajo como psicólogo de protección en una institución que contrata con el Bienestar Familiar, me encuentro a mí mismo más avezado para darme cuenta de un campo en forma holística. Esta experiencia ha sido como una especialización en clínica psicosocial que comprende varios enfoques, entre ellos, psiquiatría infantil.
Varias cosas he aprendido y voy a compartirlas según como las vaya recordando, porque no sé cómo hacer para copiar y pegar texto en el cuadro de texto de blogger y me toca ir escribiendo directamente. Pero, aunque es algo incómodo, ir escribiendo directamente me parece más natural y cercano al contacto personal, ya que no me permite hacer edición, sino sólo corrección de las palabras que voy escribiendo, tal como sucede cuando se conversa.
Entre los conocimientos simples y operativos que he adquirido están los relativos a las dosificaciones de medicamento y las formulaciones de los mismos más recomendadas por los expertos para el diagnóstico de TDAH y TAB en niños. Es muy fácil: ritalina, comenzando desde una pastilla y aumentando de a media en media si es necesario, para el TDAH; un antipsicótico y un estabilizador del estado de ánimo para el TAB, pero cuando se trata de niños, evitar el ácido valpróico, considerar primero la risperidona. Si hay comorbilidad, utilizar ritalina y risperidona y tantear las cantidades comenzando por las dosis mínimas... ¿Ven qué fácil es ser psiquiatra?
¡Qué facil resulta remitir a psiquiatría todo cuanto nos descompone! ¡Qué facil es desconfiar de los seres humanos cuando han sido maltratados y abusados desde su niñez...! ¡Qué fácil resulta vigilar y castigar sin darse el tiempo de conocer al ser humano que hay detrás de una infracción...! ¡Qué fácil resulta esconderse en un lugar de autoridad para no hacer contacto con el otro...!
Lo difícil está en ser psicólogo fenomenológico, humanista, existencial; pero es lo más gratificante. El que está atento a las necesidades emocionales y afectivas del niño, niña o adolescente con el que trabaja y le aclara lo que percibe allí. En cambio el psiquiatra sólo receta y espera resultados... Pero he aprendido más y mejores cosas: he aprendido a respetar una pataleta sin sofocarla directamente porque es casi como apagar incendios a palazos. He aprendido que hacerlo resulta infructuoso porque sólo refuerza aquella conducta y actitud. He aprendido que no se refuerzan sólo las conductas, sino también las actitudes. He aprendido que dar retroalimentación positiva al mismo niño que llevaba dos días amenazándome y gritándome, en el momento de buscarme para hablar de sus angustias, es mucho más valioso para ambos que sólo sancionarlo por su conducta y dejarlo aguantándose sus angustias porque ni siquiera se las reconocieron. He aprendido que no dar valor a dos días de improperios genera en ese niño la necesidad de buscarme de otra manera. He aprendido que sí se puede aplicar la valoración positiva incondicional en medio de un ambiente tan reglamentado y rígido.
He descubierto que ser humanista, fenomenológico existencial me convierte en un bicho raro dentro de las instituciones. Un bicho raro que logra mayor conexión con niños, niñas y adolescentes tan diferentes, los cuales lo respetan sin tenerle miedo, ya que éste bicho raro les dio tiempo para conocerlo sin desesperarse por lograr el respeto, sin atropellarlos en dicho proceso.
Saludos desde la Montañita.