En la vida hay cosas que marcan para bien y para mal.
Entre nacimiento y muerte, nuestro tránsito por la vida es bombardeado por una cantidad innumerable de influencias, situaciones, necesidades, interacciones que se quedan y van moldeando tu manera de ser en el mundo.
Te marca la cuna, te marca el cuadro del ángel de la guarda, no para rezarle sino para imitar sus colores, ángel similar al ángel de piedra del cementerio a donde me llevaba mi abuela casi todas las mañanas, ángel del aire, de la tierra, de la vida, de la muerte. Ángel de piedra. Ángel que quedó en mí como signo de algo que no es de aquí ni de allá.
Se quedan las grietas en la pared que te llevaron a tantos lugares sin salir del propio cuarto, grietas con formas de paisajes, de animales oníricos, de personas grietas repasadas una y otra vez con mis primeros colores y los lápices, los cuales le robaba a mi tío el loco. Taz! Palmada (de mi tío el loco). Se queda el color.
Descubrir el mundo, comérselo literalmente, destruirlo para volverlo a construir, eso me pasaba a mi.
Por eso me era tan difícil entender porqué me daban una palmada por ejemplo cuando comía tierra, la cual consideraba un banquete, no sólo por las texturas sino por la gracia de los colores (de nuevo) y por la clasificación ingenua que a mis tres o cuatro años hacia de ella: tierra amarilla rica, dulzona y fresca como un postre, en especial después de la lluvia. Tierra de capote, orgánica con ese olor delicioso que relacionaba con el chocolate sumado al crocante de las hojas descompuestas y uno que otro caracolillo. Tierra arenosa, especial para "cepillarte" y quitarte los excesos de las otras. Otras tantas clases de tierra con sabor a moneda, si moneda, porque también probé todas las monedas que pude pero debo aclarar que de mi favorita me sabía más rica la cara de la Pola (Policarpa Salavarrieta) que el sello de 5 Pesos Oro. Palmada. Cochino!
-Mamá ¿de dónde salen los colores?
- No sé hijo, no sé.
-Mamita ¿de dónde salen los colores?
-No sé mijito ¿ya los buscó debajo de la cama?
- :/
-Tío, ¿de dónde salen los colores?
-¿Tío? (el hombre tomaba ácidos y comía hongos)
-... Colores ... (decía él en el vuelo)
- :/
Los colores siempre me han marcado, por fuera y por dentro. Hicieron y hacen parte de mi organismo, me los comí inicialmente motivado por una atracción por el olor a crayola y desde ese momento todo mi mundo supo a color. La mina del color se convertía en un dulce, la tempera y la acuarela pintaban de sabores mi lengua, mi lengua saboreaba de colores la pared las manchas me decían cosas y esas cosas me transportaban, relatos salidos de mi propia lengua, lengua que me hablaba y hablaba de mí en colores. Taz! Palmada (por rayar las paredes y chupoarse los ladrillos).
Ya en la escuela me sentía algo extraño. Cuando trataba de jugar con los otros niños no encontraba gracia en lo que hacían: correr, tirar piedras, correr otra vez, pegarle a alguien y correr, correr detrás de una pelota, correr a la salida (lo que explica porqué mucha gente corre en la vida y no se detiene a apreciarla).
A diferencia de muchos, a mí me gustaban los árboles, me sentaba bajo su sombra, miraba hacia arriba, miraba el paisaje y de nuevo me impresionaba la magia de sus colores. Pero también me gustaba comerme el mundo, me comía el trozo de corteza de árbol, la hoja, la flor, el fruto, la pepa, la tierra a veces (pero ya de manera secreta, no quería que descubrieran mi vicio secreto de la infancia)
En el colegio comencé a probar otras cosas. Me gustaba la sensación de calambre ácido que dejaba la pila de la calculadora, pila de litio que dejaba al sabor de la Eveready (roja) en una categoría pobre y seca. Me gustaba morder el termómetro y algunas veces hasta guardaba dinero para comprar uno en las farmacias sólo por el placer de masticarlo y jugar con el mercurio mientras separaba delicadamente los trozos de vidrio con mi lengua. Gas! usté si es raro!
Siempre fui creativo en mi búsqueda de sensaciones, así comencé una clasificación de sabores, olores y colores, texturas y sonidos (si no tengo música difícilmente vivo y disfruto) que se combinaban todos en mi boca y en mi cuerpo. A mis 12 años los pegantes conformaron un período de investigación muy interesante y momentos de contemplación que años más tarde comprendí como intoxicaciones, llegué a la conclusión de que podía soñar según el color del pegante. Tal vez (entre otras) por eso llegué a la química, reforzado de alguna manera por la cantidad de pastillas, jarabes, inhaladores, inyecciones y hasta supositorios que entraron a mi cuerpo de "niño enfermo de asma" (pobrecito) (sintomático) (reservorio de conflictos familiares).
Hoy me ví de nuevo en el interior de una carpa hecha por una sábana mojada, esto pasaba muchas veces en mi infancia y era para "respirar mejor". Esta escena, sumada a los efectos de tanto medicamento, sangre de paloma, gurre, hierba así, baño de esto y aquello, hicieron que en mi se generara la necesidad de ver mi organismo alterado por sustancias. Soñar,volar y comerme el mundo eran parte de mis días y aún lo siguen siendo.
Mi pesadilla recurrente de niño aparecía cuando dejaba de ver el mundo en mi sueño, cuando desaparecía el color y el sonido y sólo quedaban las texturas en un fondo oscuro y borroso. Eso me hacía dejar de volar y en la caída sentía una sensación de ahogo, de falta de aire que era generada por la falta de color.
Además me gustaba oler los libros, llegando a la conclusión de que su aroma se compone del material de sus hojas pero también del contenido de sus historias. Los cuentos mientras más viejos más añejos, como el buen vino. Los periódicos ni huelen ni saben, son artificiales y momentáneos, no los quieres tener mucho tiempo, los libros de matemáticas me parecían muy cuadrados y no encontraba la forma de asimilarlos. Una buena novela si que le daba sabor a mis tardes de adolescente; leía mientras los demás corrían en la cancha y al final de la tarde, bajo la sombra del árbol ya estaba en otro universo.
Un par de años más tarde me dediqué a probar gente y también tuve una clasificación interesante, quizá por eso me gusta tanto escuchar. Cada persona es una oportunidad de entrar en una dimensión diferente, mi percepción se activa por el deseo de conocer, de explorar y de nuevo siento eso que me hacía tan feliz en la infancia, siento que vuelo hasta llegar a otro lugar construído por un otro, como cuando leo, cuando sueño o cuando altero mis sentidos.
Muchas personas han pasado por mi vida, algunas cuando se van dejan literalmente un "sin sabor" pero también un "sin color", lo importante es que dejan una huella que nutre mi catálogo de percepciones, dejan un aprendizaje, una historia que contar, por lo tanto una huella de que estuve en un lugar diferente al mío. Actualmente tengo la mejor historia de colores que haya podido construir alguna vez con alguien, esta historia está llena de fantasías que se materializan y se quedan no sólo en mi sueño sino en mi espacio, alguien con quien todos los días aprendo, juego y me divierto.
A mi me ha pasado y me sigue pasando, cada día procuro aprender algo nuevo, encontrar una nueva relación entre las cosas, entre las palabras, entre los mundos. Juego a ser feliz y me divierto en el proceso, detesto sentirme enojado, aunque a veces no logre controlarlo.
Precisamente ayer reconocía este asunto como algo que de alguna manera me aleja de este mi mundo, en mi vida el enojo se ha estado quedando sin espacio, pero a veces viene, me da una palmada como aquellas.
Pero hoy he tenido un darme cuenta delicioso, hoy sin miedo reconozco que soy lo que soy gracias a estos y otros muchos elementos que tal vez recuerde más adelante. El enojo esta semana ha sido la palmada que necesitaba (por aquello de mi aprendizaje) para poder comprender y en tanto sentí ese darme cuenta fui de nuevo feliz, es como un orgasmo pero mezclado con teletransportación a otros mundos.
El video de la conferencia de este señor fue el detonante de esa palmada mental. Algo que venía aplazando hace varios meses ha cerrado una Gestalt y me ha dado la motivación que necesitaba para vencer el agotamiento, tanto que preferí escribir a dormir. Espero no ser un pesado con esta catarsis.
Hoy he vivido una epifanía.