viernes, 10 de febrero de 2012

Bello, Antioquia, Colombia.
Sábado, 11 de febrero de 2012
00:18


Muy apreciadas mujeres, en especial las más feministas:

El motivo de esta misiva sin mucho futuro es simple: estoy harto de sentir sobre mis espaldas, y también en forma de tensión sobre la boca del estómago, la llamada deuda histórica hacia la mujer. Yo no tengo ni con qué pagar los servicios públicos, mucho menos voy a poder pagar siglos y siglos de desigualdad por cuenta de tantísimos antepasados de todas las personas (me niego a utilizar ese vicio de todos y todas, no sólo por no sacrificar la fluidez de la misiva, sino porque además de no pagar ninguna deuda escribiendo ambos géneros en cada artículo, pienso que terminaría separando hasta en el discurso a las mujeres de los hombres como si no hicieran parte del grupo humano principal: el de las personas o, para quienes sientan más comodidad con los lenguajes filosófico-psicoanalíticos: el de la subjetividad -¿cómo sonaría los y las sujetos y sujetas?-).

Luego de este largo paréntesis, continúo con mi imposibilidad de pagar ninguna deuda, y mucho menos histórica. Además de que no he sido partidario de patriarcados, ni matriarcados, y teniendo en cuenta que la exclusión femenina se dio bajo el patriarcado ejercido desde la política y la iglesia, más que todo católica; y como yo no soy ni político ni sacerdote, me parece injusta esa presión sobre la boca del estómago y esa tensión sobre la espalda. Es más, mujeres, si hay tipos buenas papas con ustedes, somos precisamente aquellos a quienes ustedes más les martillan ese asunto de la deuda histórica.

Si la deuda histórica es no poder hablar con libertad, sino bajo la estricta autovigilancia (por no decir autosensura) que imprime el "enfoque de género" (además de lo enredado que es a veces
-pues si ustedes mismas se pegan unas enredadas tremendas-). Un "enfoque" bajo el cual los hombres no pueden ya decir nada porque las mujeres hablan y mandan a callar, interrumpen a los hombres, y además de todo, no les vuelven a dar la palabra aunque se les entuma la mano de mantenerla levantada...

Si el "enfoque de género" es cobrar la deuda histórica, entonces prefiero que crean que soy un enemigo de sus feminismos, porque mi postura es muy diferente. Estoy hablando desde aquí y desde ahora, considerando la necesaria justicia y equidad de los géneros, pero manteniéndome lejos de las posturas revanchistas que muchas veces prosperan subliminalmente hasta en reuniones corporativas donde, ya se sabe, hay mujeres muy inteligentes y muy bien preparadas, las cuales con toda seguridad tienen claro (intelectualmente) que el "enfoque de género" no es eso de cobrárselas con los hombres de ahora por los maltratos y las exclusiones de los hombres de antes, sino que mira la realidad actual y lucha porque esos maltratos y exclusiones no se perpetúen. Y sin embargo, a pesar de esta claridad (insuficiente por ser más que todo intelectual) suceden, como ya dije, subliminalmente (por no decir la trillada expresión psicoanalítica), varias actitudes y tendencias que niegan esa "claridad" de manera tajante (física y corporalmente, a través de las actitudes y los gestos).

Hermosas, quiero que tengan claro que no soy un enemigo, sino un loco que dice lo que piensa y observa. Por favor, pónganse atención, tal vez puedan asentir mis observaciones o desmentirme. Ojalá me desmientan con sus actitudes y gestos. Gracias por la atención prestada.

Atentamente,

Ex Ácaro 2 y Átomo anatómico 1.
Actualmente, TDAH 3

5 comentarios:

  1. La pregunta sobre el sexismo del lenguaje aleja de responsabilidad a quienes serían los verdaderos sexistas, es decir, quienes lo usan.

    Los que mejor usan el lenguaje incluyente son los políticos y logran los votos que buscan, siguen usando lenguaje incluyente, pero en lo verdaderamente importante acerca de la lucha en contra del sexismo, se muestran conservadores y moralistas, dando lugar a un lenguaje incluyente sólo de forma, sin fondo, en el que lo único que motiva su uso es dar gusto a los y las votantes que se dejen meter el dedo a la boca...

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  2. muy buen artículo y apoyo mucho de lo que dices. Como mujer me parece una parafernalia sin trasfondo ese los y las... creo que muchos podrán ser excesivos en ese cuidado del lenguaje, pero en lo real poco cuidadosos en el trato hacia las mujeres, pero sobretodo hacia todos los demás. A mi parecer, el enfoque de género no resulta ser incluyente,sino excluyente; necesariamente genera una división que podría llegar a ser más sexista que sus argumentos... yo no me siento parte de un sexo debil, pero tampoco de un sexo que pretenda ser superior o sea superior. Particularmente, no me siento más valorada o reconocida por el hecho de que en el lenguaje me regalen sin falta en cada frase un artículo gramatical. Creo que puedo incluirme y sentirme perfectamente cómoda en el grupo nombrado Personas, sencillamente somos seres vivos y de ahí que todos merezcamos -y dado el caso sea necesario-, podamos exigir respeto y valoración.

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  4. En cuanto al patriarcado de la Iglesia, creo que el asunto de la nombrada deuda histórica no se puede resumir y limitar a ese desgastado argumento, de repente todo lo aburridorcito le compete a la iglesia católica y al oscurantismo? quizás el trasfondo implique ir más atrás, por ejemplo el peso de la tradición judía que hoy día sigue siendo observable, y puede irse aún más atrás y también aún más adelante; a mí me parece más decadente y representativo de una infravaloración de la mujer la prostitución y su promoción mediante la apuesta de la sexualidad y sensualidad de la mujer como un objeto vendible, canjeable... y se pueden dar más ejemplos. Creo que esa deuda no implica a una institución, sino a las personas, hombres y mujeres que apoyaron el restar dignidad a la persona

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  5. Lina, me han parecido muy apropiados tus comentarios. Me da la impresión de que hay un interlocutor desconocido además de vos y yo, y me gusta que (tal vez merced a ese interlocutor -¿o interlocutora?-) haya aparecido el tema del patriarcado eclesiástico, pero no para dedicarme al mismo, sino para asentir en tu consideración de que no se trata de algo institucional (sería además onirodelirioconspiranoico de nuestra parte hacerlo) sino que es parte de una estructura social que lleva muchos años, nunca siendo la única, pero siempre estando allí, según la cual se han organizado las labores cotidianas en el mundo humano, desde las relaciones sexuales hasta la participación en organizaciones sociales, religiones, políticas, instituciones, academias, empresas, familias... Tal vez haya algo de mitológico también, aunque me pudiera pegar Marta Vélez por atreverme a decirlo.

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