lunes, 6 de septiembre de 2021

¡Pero si eres psicólogo!

Las personas tienen toda clase de creencias sobre la psicología y quienes nos dedicamos a ella. Creencias mágicas y morales sobre lo inconsciente, sobre la crianza, sobre la sexualidad, las emociones, el amor, las decisiones y todos aquellos temas susceptibles de juicio moral.

Creen que dedicarse a la psicología es acomodarse a esas creencias y agregan que quien no lo haga no hace correcta psicología. No comprenden la petitio principii que fundamenta a su concepción de inconsciente, a la cual recurren como hemos hecho por tantos años con los dioses, bajo un paradigma claramente mitológico. Esta aserción les ofende y horroriza. Pues, ¿quién está en disposición de perder sus dioses?

Para quien estudia o practica la psicología, es común oír el mismo reclamo que se le ha hecho a cada sacerdote en cualquier culto: ¿por qué piensas-actúas-eres, así? ¿Acaso no eres psicólogo (a)? Y el reclamo nunca está fundamentado en el saber psicológico. Gran parte de las veces se basa en un deseo, una creencia, una tradición; en una ideología.

Exhiben un determinismo que sonrojaría al mismo Skinner y predicen trastornos a diestra y siniestra en los hijos de otros, según el juicio moral que hacen de quien ejerce la crianza, más por creerse superior que por algún fundamento psicológico para sus críticas. Ni siquiera la psicoanalítica, con toda su amplitud y vaguedad conceptual sería suficiente para sustentar tamañas maldiciones disfrazadas de juicio ético. El propio Freud fue mucho más prudente y benevolente. Debe de estar agrietado su ataúd de tanto que ha tenido que revolcarse.

La psicología busca comprender al animal humano en su complejo comportamiento, y hace mucho que dejó de lado las metodologías basadas solo en contenidos declarativos del pensamiento. Hace mucho, también, que dejó de explicarlo todo recurriendo al inconsciente. Hasta el determinismo del siglo veinte ha sido replanteado. Pero quien se cree con el saber psicológico absoluto enarbola estas banderas sin siquiera ser consciente de lo vergonzosas que resultan a la luz del pensamiento complejo, los avances en neurociencia y la gran variedad de paradigmas investigativos y terapéuticos.

Siguen haciendo lo que desde el principio fue criticado por el propio Freud, profeta al que invocan: siguen haciendo "psicoanálisis salvaje".

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